jueves, 18 de abril de 2013

Agustín Lara... Anecdotario de la familia Díaz Mora.


Artisteando... Anecdotario de la familia Díaz Mora


Por Margarita Díaz Mora 

Agustín Lara... Genio y Figura.


En 1962 Publicidad Ferrer proyectó hacer un programa de televisión sobre Agustín Lara, sus canciones y sus intérpretes y Don Eulalio Ferrer le encargó el libreto a mi papá. Cuando se entrevistaron, Agustín le dijo: -No me escribas nada que yo tenga que decir. Tú sabes que yo todo lo improviso… Así que mi papá escribió el guión, dejando en blanco las intervenciones de Agustín y, entre los dos, seleccionaron las canciones y los intérpretes que se iban a incluir: Pedro Vargas, Toña “La Negra”, las Hermanas Águila, Elvira Ríos, Alejandro Algara, Carmela Rey, etc. –No se te olvide poner a Lola Beltrán, le dijo Agustín a mi papá. –Pero si no es intérprete tuya, le contestó mi padre… -No importa… Me va a estrenar una canción ranchera, -argumentó el compositor. El programa se filmó a color en
16 milímetros y fue dirigido por Agustín Delgado. La mañana que se inició el rodaje, con el set alumbrado y la cámara lista, esperando que el director pronunciara las clásicas palabras: “¡Silencio… Cámara… Acción!”, Agustín puso a temblar a mi papá con una terrible e inesperada observación:  -Te  advierto  que  yo no  digo nada que tú  no  me  hayas  escrito…  -Pero  Agustín, -respondió aterrado mi papá- tú me dijiste que no escribiera nada para ti, porque todo lo ibas a improvisar. El guión está listo y me lo cambias todo precisamente ahora que estamos frente a la cámara…  -Pues a ver cómo le haces... –replicó el músico poeta-, pero yo me tengo que sujetar a un libreto…Y a esa hora, apagando las luces, mi papá se tuvo que poner a escribir lo que diría Agustín en la escena inicial. Pero esto sólo fue el principio de una larguísima cadena de anécdotas que tuvieron que vivir los realizadores del programa. Mi papá dice que tuvo que convertirse en la conciencia del músico, para evitar que se “saliera del huacal” y para estar seguro de que todo estuviera más o menos bajo control. En la primera foto aparece Agustín con Mario Moreno y mi papá, en la segunda, Toña “La Negra, en la tercera, Pedo Vargas y, en la cuarta, Agustín al piano.  

Pues siguiendo con mi relato acerca de todo lo que pasó en el programa sobre Agustín Lara, sus canciones y sus intérpretes que se filmó en 1962 y cuyo guión escribió mi papá, les diré que un día Agustín le dijo: -Mira, cuando vayamos a Tlacotalpan y a Otatitlán, porque tenemos que ir a ver al Cristo Negro, nos llevamos en el autobús un refrigerador lleno de cervezas y a un trío de cancioneros. Yo tengo al mejor trío de Veracruz. –Oye, -le contestó mi papá cada vez más “mosqueado”- tú estás planeando un día de campo y tenemos que ir a trabajar… -¡La armamos! -aseguraba Agustín- ¡Y también trabajamos! Ya en Veracruz, la mañana que debían salir para Tlacotalpan, se citó a todo el personal técnico en la casa de Agustín a las 9 de la mañana, pues la jornada era larga y todo debía filmarse de día… Por supuesto, en el autobús ya estaba cargado el refrigerador, las cervezas y el famoso trío Veracruz. Agustín apareció a las 12 del día, vestido impecablemente de blanco de la cabeza a los pies, con una botella de coñac en la mano y acompañado de Rocío, su esposa. Ante la mirada atónita de su “conciencia”, que era mi padre. Agustín replicó: -¿Qué no sabes que con cuatro copas encima soy mejor actor que cualquiera de los Soler? En la primera foto aparece Agustín con mi papá, Don Fernando Soler, José Pagés Llergo, “El Chango” Cabral y Mario Moreno (siento no reconocer a los demás), en la segunda, con Pagés Llergo y con mi papá y, en la tercera, dizque leyendo el libreto… 





El inicio de su fin de semana les pinte de lo mejor… Siguiendo con mi relato sobre el programa de Agustín Lara, recordarán que les dije que habían salido con tres horas de retraso hacia Tlacotalpan, acompañados de un refrigerador lleno de cervezas, el trío Veracruz, una botella de coñac, “Pepito Grillo”, que era mi papá y Rocío, la esposa del músico poeta. El viaje fue tranquilo y musical, pues el trío Veracruz cantaba una pieza tras otra, a petición de la estrella del espectáculo. De pronto, el autobús frenó bruscamente, ante la extrañeza de todos, pues no se advertía ninguna necesidad de hacerlo, sobre todo con la prisa que había por llegar a Tlacotalpan. Pues aún así, el chofer abrió la puerta para que Agustín bajara a cortar la más pequeña florecita silvestre, para luego, al regresar al vehículo, besarla fervorosamente y ponerla con santa devoción en las manos de Rocío, su esposa. Dice mi papá que esta romántica escena se repitió varias veces durante el viaje. En la primera foto aparece Agustín, en la segunda, Agustín con Don Fernando Soler, “El Chango” Cabral, Mario Moreno, Salvador Novo y mi papá y, en la tercera, Agustín con Manolo Fábregas y Don Andrés Soler. Continuará. Un abrazo.




Pues siguiendo con la famosa historia del programa que sobre Agustín Lara, su vida, sus composiciones y sus intérpretes, que realizó en 1962 Publicidad Ferrer, nos habíamos quedado en el viaje retrasado a Tlacotalpan, donde nació y cursó sus primeros estudios “El flaco de oro”. Apenas llegaron, él quiso que fueran a la escuela primaria. –Mira, -le decía emocionado a mi papá- ahí me sentaba yo y ahí estaba el maestro –apuntando hacia una mesa situada en el extremo del salón… Agustín, muy emocionado, se dirigió al patio de la escuela, acompañado de Agustín Delgado, el director del programa, mi papá que, además del escritor, se había convertido en la conciencia del músico poeta y del director de la escuela. Tanto el director como el escritor estaban ansiosos por ubicar los emplazamientos de la cámara. –Aquí había una palmera –añoraba Agustín-. Y al patio, ya le echaron cemento… El director de la escuela llamó aparte a mi papá para comentarle: -Al profesor le va a dar mucho gusto saber que el señor Lara estuvo aquí…-¡Cómo! –exclamó sorprendido mi papá- ¿El maestro de Agustín está vivo? –Sí señor, -le respondió el director. -¿Y no podría usted traerlo? – inquirió ansioso mi padre, imaginándose lo que eso podría significar para el programa. –No lo creo, -dijo el director-. Ya no sale de su casa. No está enfermo, sólo tiene años, pero su hija lo mantiene entre algodones… -¡Hágame usted ese favor, -le suplicó mi papá-. Sin que Agustín lo sepa, hable con su hija para ver si es posible traer al maestro… ¡Esta ocasión no se repetirá nunca! Y el director de la escuela, amable y diligente, salió en busca del profesor…





Continuando con la historia del programa sobre Agustín Lara de 1962, nos habíamos quedado en que el músico poeta estaba feliz recorriendo su escuela mientras el director, a petición de mi papá, había ido a ver si podía traer a su maestro, ¡qué seguía vivo! Cuando al fin regresó el director, asintió con un leve movimiento de cabeza a mi papá, indicándole que el maestro estaba afuera. Sólo habían tardado el tiempo suficiente para vestirlo y transportarlo…Mi papá salió a la calle, saludó al maestro que se encontraba en el asiento delantero del auto de su hija y le dio gracias a ésta por haberlo llevado a la escuela. –Mi papá está muy emocionado al saber que el señor Lara se encuentra aquí y ha venido con mucho gusto –respondió la mujer-. Bajaron al “profe” y lo llevaron hasta el aula, para él tan familiar. Lo sentaron frente a su escritorio y le dieron una regla igual a la que usaba para imponer el orden. –Maestro, -le dijo mi papá- Agustín no sabe que está usted aquí. Esto va a ser una gran sorpresa para él. –Imagínese la sorpresa que ha sido para mí –replicó débilmente el profesor… En las fotos está con Lola Flores y me parece que con Evangelina Elizondo. 




Continuando con la historia del programa de Agustín Lara que se hizo en 1962 y que escribió mi papá, como se acordarán, había aparecido el maestro de Agustín que, aunque muy viejito, seguía vivo. Como el músico poeta no sabía de la presencia de su profesor, mi papá le dijo a éste: -Mire maestro, cuando usted vea que entramos al salón, vamos a sentar a Agustín en la sillita que ocupaba. En ese momento, usted golpea con la regla en el escritorio, llamando al silencio… Y así se hizo. Las cámaras estaban emplazadas. Entraron en salón, llevando a Agustín hasta su sillita y, entre bromas porque ya no cabía en ella, le cubrían la visibilidad del escritorio del maestro… Acompañada de repetidos reglazos, se escuchó la voz cansada del profesor, que quiso ser muy enérgica: -¡Silencio…¡Niños…! Los que obstaculizaban la visibilidad hacia el escritorio se retiraron y sólo quedo la imagen estupefacta de Agustín que, con los ojos clavados al frente, no dejaba de exclamar con la emoción en sus encharcados ojos: -¡No puede ser! ¡No puede ser! Inmediatamente se cubrió los ojos con las manos, para poder llorar abiertamente. La emoción lo había superado, como todos esperaban… Se levantó y, aún con lágrimas en los ojos, se dirigió hacia su maestro y los dos se fundieron en un prolongado abrazo, mientras Agustín exclamaba: -Maestro, ¿cómo iba yo a imaginarme que lo iba a encontrar aquí? A lo que el profe respondió: -¿Pues qué quieres que te diga? ¿Quién me iba a contar que tú me ibas a sacar de la cama? Y ambos se enfrascaron en sentidos recuerdos… 








Continuando con la historia  les contaré que, después de que Agustín y su maestro se reencontraron en el programa de 1962 realizado por Publicidad Ferrer sobre la vida de Agustín Lara, cuando en la escuela todo había terminado y el maestro de Agustín, que seguía vivo, había regresado a su casa, el flaco de oro le reprochaba con cariño a mi papá: -Por lo visto, lo que tú quieres es matarme de un infarto… Fueron también a la casa donde Agustín nació, en cuya fachada hay una placa alusiva, y más tarde salieron rumbo a Otatitlán, en el mismo estado de Veracruz, donde está el Cristo Negro, milagroso y venerado en casi toda la región, según la leyenda y la propia versión de Agustín. Con tantas emociones, aquella famosa botella de coñac que trajera el maestro desde la ciudad de México, ya se había vaciado y había sido reemplazada por otra… Las secuencias ante el Cristo negro les llevaron toda la tarde y parte de la noche. Agustín no podía mantener la línea recta para acercarse a la imagen. Luego, tampoco podía hincarse con naturalidad. Se dejaba caer sobre el reclinatorio, derrengado por el coñac. Después de muchos intentos, se decidió que las cámaras lo tomaran ya postrado ante la imagen, mientras se escuchaba la voz de Toña “La Negra” entonando Oración Caribe, la que constituye una verdadera oración musical y una de sus más aplaudidas creaciones. 





Disculpen que siga con lo del programa de Agustín Lara pero, aparte de que me parece interesante, tengo el material a la mano para compartírselos… Éste trabajo fue un calvario para mi papá, pero él me enseñó a tratar con la gente y hasta hoy conservo esa actitud… En algún momento les contaré mis propias anécdotas… Nos habíamos quedado en que el programa entrañó una gran cantidad de sucesos y sufrimientos para los realizadores…Como habíamos dicho, fue producido por Publicidad Ferrer, dirigido por Agustín Delgado y escrito por mi papá. Se estaba filmando a color y en 16 milímetros. Ya habían visitado la casa y la escuela de Agustín en el estado de Veracruz y ahora se encontraban en la ciudad de México. Un buen día, Lola Beltrán llamó a mi papá y le dijo: -Oye, ésta es una película y a colores, ¿eh? Y a mí me contrataron para un programa de televisión. –Esto no es una película, -le respondió mi papá- Se está filmando en 16 milímetros, pero se trata de un programa de televisión… Mira el “script” y verás que no tiene nada de cinematográfico. No hay trama, se trata de una serie de canciones cantadas por diferentes intérpretes, que se presentan en determinados escenarios… Sólo eso. Y Lola afirmó: -Pues te advierto que me voy a enfermar y no voy a poder filmar mi secuencia, si no me dan más dinero… -¡Ay, por favor! ¡Debes estar bromeando! –opinó nervioso mi papá, que no acababa de resolver un problema, cuando se suscitaba otro. 





Siguiendo con el famoso programa de Televisa sobre la vida de Agustín Lara y el cual tiene más anécdotas que cualquier Tenorio o Pasión de nuestro Señor Jesucristo, como se acordarán, Lola Beltrán llamó a mi papá diciéndole “que se iba a enfermar” si no le daban más dinero por su actuación. Por circunstancias familiares, mi papá tuvo que ausentarse de la filmación ese viernes y, al día siguiente, sábado, llamó a casa el director, Agustín Delgado, para preguntarle cómo había terminado todo, ya que esa noche lo único que faltaba por grabar era la secuencia de Lola. –Pues fíjate que no terminamos… Lola se enfermó, -le contestó el director. A última hora, se metió en el baño y empezó a vomitar… -¿Cómo que “se enfermó”, - dijo mi papá, ya casi histérico. –Pues no sé lo que le pasó, pero se veía muy mal, contestó Agustín Delgado, más ingenuo que la damisela más ingenua... –Ella me lo advirtió, - se reprochaba mi papá- pero la verdad es que no creí que fuera capaz de hacerlo… Voy a hablar con ella… 





 Mi papá tenía que hablar con Lola Beltrán porque la noche anterior no había grabado su secuencia en el programa sobre la vida y obra de Agustín Lara que se realizó en 1962, ya que había dicho que “se iba a enfermar” si no le pagaban más… Mi padre marcó a casa de Lola y ella le contestó: ― ¡Te lo advertí! ¡No podrás decir que no te lo advertí…! O me das diez mil pesos o no aparezco en tu película… ¡Ya está bueno de que le tomen a una el pelo! Habla con Fanny Shatz, mi representante… Y colgó el teléfono, dejando a mi papá impávido… Entonces, él le marcó a la famosa Fanny Shatz, quien también lo regañó: ― ¡Esto es lo que ustedes se merecen! Siempre se quieren pasar de vivos y burlarse de los artistas… Los contratan para un programa de televisión y luego salen con que es una película. ― Pero Fanny, -le dijo mi papá, controlándose para no explotar- ¿Cómo puedo explicarles que no se trata de una película, sino de un programa de televisión? Si quieres te mando el “script” para que veas que esto no es una película. ¡Es un estúpido programa de televisión! –Tú dirás lo que quieras, -siguió inflexible Fanny- Pero, o le hacen un nuevo contrato a Lola o no se presenta el próximo lunes a trabajar. Tienes hasta las 3 de la tarde que es la hora de su llamado. Y azotó el auricular, dando por terminada la conversación y dejando a mi papá impotente del oto lado de la línea. En las dos primeras fotos aparece Lola y en la tercera Fanny Shatz con Jacqueline Andere, Tina Galindo y Ernesto Alonso. 




Siguiendo con las anécdotas del famoso y complicado programa de televisión sobre la vida de Agustín Lara, nos quedamos en que había que hacerle un nuevo contrato a Lola Beltrán o no se presentaba en el “set” el siguiente lunes. Obviamente se hizo el nuevo contrato de Lola, pues su canción ya estaba grabada y sólo faltaba su imagen. Aquel lunes a las 3 de la tarde, Agustín Lara y mi papá estaban platicando sobre lo que había sucedido con Lola el viernes anterior, cuando la vieron hacer su entrada por la puerta de la calle, seguida de su grupo de ayudantes, rumbo a su camerino. Al verlos, se desvío y, muy decidida, se dirigió hacia ellos. Llevaba una hoja de papel en la mano. Cuando los tuvo enfrente, haciendo añicos la hoja de papel, se dirigió a mi papá, mientras le arrojaba los pedazos en el pecho: -¡Mira! ¡Esto es lo que yo hago con los contratos! ¡Este programa lo hice por ti y por este señor! –señalando a Agustín-. ¡Y aquí estoy! Y, dando media vuelta, se dirigió a su camerino. Había roto el nuevo contrato que esa mañana, de acuerdo con sus exigencias, le había firmado Publicidad Ferrer. El silencio que prevaleció entre Agustín y mi papá en ese momento, fue más elocuente que la gran actuación de Lola Beltrán.




Para cerrar con broche de oro las anécdotas del programa de Agustín Lara realizado en 1962, a mi papá le esperaban todavía algunas sorpresas con las que no contaba. Era el último día de filmación y estaban citados todos los participantes del elenco: Pedro Vargas, Elvira Ríos, Lola Beltrán, Toña “La Negra”, Columba Domínguez, Verónica Loyo, el ballet de Roberto y Mitzuko, una orquesta sinfónica y, por supuesto, Agustín Lara. El llamado había sido a las 2 de la tarde en maquillaje y a las 3 en el estudio, ya listos. Ahí estaban todos, menos Pedro Vargas y Toña “La Negra”. Y, para colmo de males, estaba empezando a llover… Con todo paralizado, el “set” iluminado y los artistas vestidos y maquillados, el elenco esperaba impaciente, pues era el día del gran final y Agustín debía salir para España en dos días. Pedro Vargas hizo su aparición a las cinco y media de la tarde, sofocado y con su “smoking” colgado de un gancho. -¿Dónde está Toña? –le preguntó mi papá, ya bastante nervioso. –Por ahí debe venir, -le contestó el samurai de la canción-. Acabamos de salir de una grabación… Y, sin detenerse, siguió de largo a su camerino. En la primera foto aparecen Agustín Lara, Pedro Vargas y Toña “La Negra” y, en las otras dos, Toña. 




El día del gran final del programa sobre Agustín Lara en 1962, Toña “La Negra” no aparecía y, además, estaba cayendo un aguacero torrencial. Agustín estaba desesperado. Había vuelto a recurrir a la botellita de coñac para calmar sus nervios. Eran las 6 y cuarto de la tarde cuando sonó el teléfono. Era Toña y preguntaba por mi papá. El se apresuró a tomar la bocina, imaginándose que había tenido un accidente. –Sólo le hablé para decirle, -le dijo Toña- que no voy a ir. O me dan quince mil pesos o no me presento para el final. –Pero Toña, -le suplicó mi papá- ¡Usted no puede hacernos esto! Aquí toda la gente está esperando por usted… -A mí eso no me importa, -replico Toña-. Y como usted no ha tenido ninguna consideración conmigo, no veo por qué debe yo tenerla con usted ni con el programa. Lo siento por “el flaco” Agustín. El chubasco que estaba cayendo afuera se le hacía una  gotita  de agua a mi papá, comparado con lo que estaba sucediendo con Toña. -¡Aclaremos! –la conminó-. ¿En qué le he fallado yo a usted? ¿Cuál ha sido mi desconsideración? –¡Eso lo aclararemos después! –contestó ella indignada-. Por lo pronto, no cuenten conmigo. -¡Eso lo aclaramos ahora mismo! –reaccionó mi papá-. Salgo en este momento para su casa. Es demasiada la gente que se queda aquí plantada… En la primera foto aparecen Agustín Lara, Pedro Vargas y Toña “La Negra” y, en las otras dos, Toña. 




Para rematar la última anécdota del programa sobre Agustín Lara, nos quedamos en que mi papá tuvo que ir a ver a Toña “La Negra” a su casa, bajo un aguacero torrencial, para tratar de convencerla de que se presentara al gran final. Ella le había reclamado más dinero y le había dicho que se había portado desconsiderado con ella. Mi papá había salido en su auto en plena tormenta, que se mezclaba con la ira que llevaba dentro, no sin antes pedirle al director Agustín Delgado que se comunicara a Publicidad Ferrer para informarles del “paquetito” que tenían encima…Toña lo recibió con sonrisa burlona y un marcado sarcasmo en su voz: -Así que ahora sí se preocupan mucho, pero a usted no le apuró tanto cuando me quitó mi canción para dársela a otros… -¿Su canción?  –preguntó  mi  papá, al borde  del  paroxismo-.  ¿Cuál canción?  -¿Cómo  cuál? –insistió ella-. ¡Mi creación: Veracruz! -¡Toña, por Dios! –exclamó incrédulo mi papá-. Cuando se hizo el reparto de las canciones, se dejaron dos para el gran final que quedaron ligadas en un arreglo que hizo Chucho Ferrer, y fueron precisamente “Veracruz” y “Noche Criolla”, mismas que fueron grabadas por todos los intérpretes. ¡Y usted ni protestó, ni dijo nada! Usted pareció muy contenta con grabar “Oración Caribe”. –Pero mi canción es “Veracruz” –insistía Toña-. ¡Y eso no se lo perdono! O me dan los quince mil pesos que le pedí o no voy al final. En ese momento, llamaron a Toña por teléfono y al cabo de un rato regresó y le dijo a mi papá con la mayor tranquilidad: -Ya está todo arreglado Me hablaron de Publicidad Ferrer y no hay problema. Así que vámonos al estudio. Lo malo es que nos vamos a mojar. Mi papá no podía creer lo que sucedía y ya no dijo nada. Sólo la siguió sumiso al auto para llevarla al estudio. Cuando por fin entraron en el foro, ya era de madrugada y la tormenta había pasado.